
ZARAGOZA, 15 de octubre. En una emotiva celebración del Día Internacional de la Mujer Rural, la ministra de Educación, Pilar Alegría, compartió sus raíces en La Zaida, un pequeño pueblo de Zaragoza, enfatizando la influencia que han tenido las mujeres de generaciones pasadas en su vida. “Mis mayores referentes siempre han sido ellas”, afirmó, recordando el sacrificio de su madre y abuela, quienes no tuvieron la oportunidad de estudar debido a su trabajo en el campo.
Durante el evento organizado por la Diputación Provincial de Zaragoza, Alegría reflexionó sobre la lucha por un futuro mejor para sus hijos e hijas, subrayando que aunque no había un término específico para describir sus esfuerzos, esa lucha siempre fue parte de su vida. “Ellas me enseñaron a mirar con ambición el presente y el futuro, a luchar para que las próximas generaciones tengan oportunidades que ellas no pudieron disfrutar”, expresó con gratitud.
En el acto, la ministra compartió el micrófono con figuras destacadas del ámbito educativo y social, como Carolina Cajal, maestra en el Colegio Ramón y Cajal, y Lola Oriol, directora de un colegio de educación especial. Carla Rivas, una joven influencer que ha regresado a su pueblo, y Carolina Llaquet, presidenta de Fademur Aragón, también aportaron sus perspectivas sobre la vida en el medio rural y la educación.
El coloquio se centró en la situación de las escuelas rurales y en cómo mejorar el acceso de las mujeres al educación superior. “Cuando una escuela cierra, un pueblo se apaga”, destacó Alegría, quien recordó su propia experiencia con becas que le permitieron avanzar en sus estudios universitarios. Aumentar el presupuesto de becas en más de mil millones de euros durante su mandato es uno de sus grandes logros, algo que considera fundamental para lograr la igualdad de oportunidades.
La ministra también abordó los beneficios que ofrece la educación rural, destacando su enfoque inclusivo y personalizado. Lamentó que Aragón tenga los complementos más bajos en este aspecto en comparación con otras comunidades autónomas, señalando que se necesita un esfuerzo considerable para mejorar esta situación y atraer a más docentes a las áreas rurales.
El evento, cuya moderación estuvo a cargo de la periodista Ana García Cortés, comenzó con un homenaje de la diputada de Igualdad, Manuela Berges, a las mujeres que han sostenido a sus familias en el medio rural bajo circunstancias difíciles. “Si las mujeres abandonan los pueblos, estos se extinguen”, recalcó, subrayando la doble carga que enfrentan las mujeres en estas áreas.
Berges también expresó su preocupación por discursos reaccionarios actuales, como la eliminación de los Puntos Violeta y el resurgimiento de debates sobre el aborto que se pensaron superados. Recordó que las mujeres del medio rural son esenciales para el futuro de sus comunidades.
Carolina Cajal, en su intervención, describió cómo las aulas multinivel han transformado el sistema educativo en Alpartir, permitiendo una enseñanza más adaptada a las necesidades individuales de sus 40 alumnos, muchos de ellos en riesgo de exclusión social. Sin embargo, alertó sobre la rotación constante del profesorado, que oscila entre el 60 y el 70% anual, lo que dificulta la continuidad de los proyectos educativos.
Por su parte, Carla Rivas compartió su experiencia de regresar a su hogar tras vivir en varias ciudades. Hizo un llamado a desafiar los estereotipos que rodean a las mujeres rurales, subrayando que en su pueblo “no hay diferencias de clase ni etnias, solo nombres propios”, promoviendo la idea de que se puede construir un futuro en estos entornos.
Lola Oriol enfatizó la necesidad de resaltar la importancia de los servicios públicos para mantener la población en el campo, abogando por políticas públicas valientes que fomenten el asentamiento en las áreas rurales. Denunció los procedimientos que obligan a los docentes a dejar sus plazas en el campo en favor de las ciudades.
Finalmente, la presidenta de Fademur Aragón subrayó que muchas mujeres están regresando a las áreas rurales después de formarse, y están generando iniciativas de emprendimiento que van más allá de la agricultura. Abogó por un modelo educativo rural que se adapte a sus particularidades y la introducción de formación específica en universidades para facilitar que los docentes se establescan en estas comunidades.
Bajo la premisa de que “no somos una especie en extinción”, cada una de las participantes dejó claro que las mujeres en el medio rural son una fuerza activa y vital, llevando a cabo diversas profesiones y roles que contribuyen al tejido social y económico de sus pueblos.
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