El pasado sábado 15 de noviembre de 2025, en Zaragoza, se llevó a cabo un evento destacado en la Academia General Militar (AGM), donde Su Majestad el Rey Felipe VI supervisó la ceremonia de renovación de la jura de bandera de la XLV promoción, marcada por un espíritu de servicio y entrega.

A las 12:30, el Rey hizo su entrada en el patio de armas, donde revisó a un grupo de 1.200 cadetes que están actualmente en formación. Entre ellos, se encontraba la promoción que se rememora, un acto emotivo en el que se recordó su pasado común de hace cuatro décadas cuando compartieron aulas por primera vez.

La ceremonia comenzó con el juramento a la bandera por parte de los miembros de la XLV promoción, presididos por el general Fernando Luis Morón, quien se mostró orgulloso de ser el primero de su promoción. También tuvo lugar un homenaje emocional a las familias de los oficiales caídos, en el que participaron viudas e hijos, y se dispararon salvas de honor en su memoria.

El general Prudencio Horche, director de la AGM, rememoró el significativo momento en que Felipe VI, entonces caballero cadete, besó la bandera hace 40 años. En su intervención, destacó que para muchos de los veteranos, los años han pasado volando, mientras que los más jóvenes ven el camino por recorrer como un gran desafío aún lejano.

Horche compartió sus reflexiones sobre las incertidumbres y emociones que sienten los cadetes al contemplar la vasta trayectoria de quienes les preceden. Se preguntó sobre las experiencias vividas, los sacrificios realizados y los sentimientos profundos que surgen al mirar atrás en el tiempo.

En un mensaje directo a los cadetes, el general destacó que el trayecto que les espera no será sencillo, instándoles a prepararse para la dedicación extrema y el sacrificio que exige la vida militar. Subrayó la importancia de formar una familia comprensiva que apoye a los soldados en cada nuevo desafío.

“Servicio, compromiso y deber” son los valores fundamentales que el Rey ha transmitido a los cadetes, tal como hizo al cumplir su décimo aniversario de proclamación. El general Horche aseguró que esos principios son esenciales para todos aquellos que se visten con el uniforme, resonando con fuerza en el corazón de quienes completan esta promesa de lealtad a su país.

El general enfatizó que cada uno de los integrantes de la XLV promoción ha encontrado en su carrera diaria la satisfacción del deber cumplido, manteniendo intacto su compromiso con España a lo largo del tiempo.

Los cadetes de la LXV promoción, aunque inician su camino, comparten la misma motivación y aspiraciones que sus predecesores. A pesar de tener trayectorias individuales brillantes, su ilusión al ingresar a la academia sigue siendo la misma de sus inicios, buscando forjar un futuro lleno de honor y dedicación.

Horche rindió homenaje a la ejemplaridad del Rey, destacando que las enseñanzas y el legado dejado por promociones anteriores, como la XLV, son fundamentales para los incipientes oficiales. Reiteró la importancia de mantener vivo el espíritu de unidad y servicio en cada nueva generación.

El general Morón calificó a su promoción como una de gran fortaleza, que ha lidiado con adversidades significativas a lo largo de los años. Recordó un atentado terrorista en 1987 que dejó huellas profundas en sus historias y resaltó la valía de cada miembro de la promoción al servicio de la nación.

Mencionando la experiencia acumulada, Morón expresó su valor por el liderazgo del Rey y reafirmó que, sin importar lo que suceda, seguirán siendo la XLV. A los nuevos cadetes, les aseguró que su formación en la AGM les acompañará toda la vida, instándoles a forjar confianza y compromiso en el ejercicio de su futuro liderazgo.

Finalmente, tras la conmovedora ceremonia en el patio de armas, el Rey presidió un desfile de los 1.200 cadetes junto a la banda de música militar, cerrando un acto lleno de simbolismo y legado, un recordatorio del camino de servicio y dedicación que aún queda por recorrer.