Este fin de semana, la comunidad de Buil, ubicada en el municipio oscense de Aínsa-Sobrarbe, se unió para rendir un emotivo tributo a la memoria de Daniel Ribera Soler, una figura clave en la resurgencia de este encantador núcleo urbano.

Ribera, quien ocupó cargos como presidente de la asociación de vecinos, concejal de Barbastro y diputado en la Diputación Provincial de Huesca, falleció el pasado octubre. En agosto, aprovechando la temporada veraniega, sus seres queridos se reunieron en una ceremonia que tuvo lugar en la intersección entre Sarratillo y Santa María de Buil, para la inauguración de un parque en su honor, con la colaboración del Ayuntamiento.

El parque cuenta con un monolito que expresa un profundo agradecimiento a Ribera por su dedicación y trabajo incansable a lo largo de más de tres décadas como líder comunitario. “No estabas solo, pero fuiste pieza clave”, se puede leer en la placa, que fue especialmente disfrutada por los niños de la localidad durante el evento inaugural.

La celebración contó con la presencia de figuras destacadas como el alcalde de Aínsa, Enrique Pueyo, y otros compañeros políticos y amigos de Ribera. Los relatos, la música y el compartir de un picoteo crearon un ambiente cálido y nostálgico, haciendo del homenaje un momento memorable para todos los asistentes.

Pueyo reflexionó sobre la notable pasión que Ribera tenía por mejorar la vida de sus vecinos y su pueblo. Recordó su primer encuentro en 2007 durante la inauguración de la pista asfaltada hacia Sarratillo y Santa María de Buil, un encuentro que dejó una huella profunda en su carrera política y personal.

El alcalde destacó la generosidad de Ribera, quien siempre estuvo dispuesto a contribuir sin esperar nada a cambio. Durante el acto, amigos y vecinos compartieron anécdotas, como la de Paco Cámara, quien rememoró los momentos felices vividos junto a Ribera en Barbastro y Sarratillo.

El vecino Miguel Chicharro, reflejando la conexión duradera que tuvo con Ribera, expresó que haber compartido más de cincuenta años de amistad le había dejado un “tesoro” en su vida. Antonio Cosculluela, otro amigo cercano, recordó su trabajo en equipo en el ayuntamiento de Barbastro en los años 90, resaltando la dificultad de negarle algo debido a su inquebrantable compromiso social.

La celebración estuvo amenizada por los hermanos Arasanz de Casa Juste, quienes deleitaron a los presentes con música, mientras que la comunidad organizó un picoteo en convivencia. En el salón social de Casa Lueza, adornado con flores, se expusieron numerosas fotografías que reflejaban la vida y legado de una persona cuyo impacto continuará vivo en la historia de Buil, un testimonio de su generosidad y perseverancia en pro de su gente.