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Los Pactos de Caspe

Los Pactos de Caspe En el año 1412 se llevó a cabo un suceso crucial en la historia de Aragón: los Pactos de Caspe. Este acontecimiento marcó un hito en la consolidación de la monarquía en la Corona de Aragón y sentó las bases para la futura unión de los reinos de Aragón, Valencia y Cataluña bajo un solo monarca.

Antecedentes

Para entender el contexto en el que se produjeron los Pactos de Caspe, es necesario remontarse a la época de Pedro el Ceremonioso. Este monarca aragonés tuvo cuatro descendientes legítimos, pero ninguno de ellos llegó a ser rey de Aragón. Al morir Pedro el Ceremonioso en 1387, su hijo Juan sucedió en el trono, pero murió sin descendencia en 1396. Ante la falta de un heredero directo, se desató una disputa sucesoria que dividiría a la nobleza aragonesa. Por un lado, estaba la Casa de Aragón, representada por Fernando de Trastámara, nieto de Alfonso XI de Castilla. Por otro lado, estaba la Casa de Anjou, representada por Luis II de Anjou, descendiente por vía materna de la dinastía aragonesa. La situación se complicó aún más cuando Martín I de Aragón, hijo de Juan y nieto de Pedro el Ceremonioso, fue asesinado en 1410. Este suceso precipitó la necesidad de elegir un nuevo rey que pudiera unificar los diferentes reinos de la Corona de Aragón y garantizar la estabilidad del territorio.

Convocatoria de las Cortes de Caspe

Ante la crisis sucesoria, las Cortes de Aragón, Cataluña y Valencia fueron convocadas en la localidad de Caspe en enero de 1412. Estas Cortes tenían como objetivo principal elegir un nuevo monarca de entre los candidatos presentados por las diferentes facciones nobiliarias. Durante meses, se sucedieron intensas negociaciones y debates en un intento de lograr un consenso en la elección del nuevo rey. Las diferentes partes defendían a sus candidatos con argumentos basados en la legitimidad dinástica, la estabilidad del reino y la conveniencia de la elección. Finalmente, se estableció un protocolo de actuación para llevar a cabo la elección del nuevo monarca.

Proceso de elección

El proceso de elección del nuevo monarca estuvo regido por unos criterios establecidos en los Pactos de Caspe. Estos criterios incluían la primacía de la legitimidad dinástica, la importancia de la estabilidad del reino y la necesidad de asegurar la continuidad de la Corona de Aragón. En primer lugar, se acordó que el nuevo monarca debía ser descendiente directo de la Casa Real de Aragón. Además, se estableció que el candidato elegido debía ser un hombre de virtud, que garantizara la paz y el bienestar del reino. Tras intensas deliberaciones, se presentaron tres candidatos a la elección: Fernando de Trastámara, Luis II de Anjou y Jaime de Urgel. Cada candidato contaba con el apoyo de diferentes facciones nobiliarias, lo que hacía que la elección fuera aún más compleja. Finalmente, después de largas discusiones y debates, se llegó a un acuerdo unánime en la elección de Fernando de Trastámara como nuevo rey de la Corona de Aragón. Fernando, que adoptó el nombre de Alfonso V, se convirtió así en el monarca que unificaría los diferentes reinos bajo su corona.

Consecuencias de los Pactos de Caspe

Los Pactos de Caspe tuvieron importantes consecuencias en la historia de Aragón y de la Corona de Aragón en su conjunto. Con la elección de Alfonso V como nuevo monarca, se logró poner fin a la crisis sucesoria y se sentaron las bases para la unión de los reinos de Aragón, Valencia y Cataluña bajo un solo gobierno. La elección de Alfonso V supuso también el inicio de una etapa de consolidación de la monarquía en la Corona de Aragón, que se tradujo en un fortalecimiento de las instituciones reales y en una mayor centralización del poder. El nuevo monarca se esforzó por imponer su autoridad en todos los territorios de su reino, lo que contribuyó a la estabilidad política y social de la Corona de Aragón. Además, los Pactos de Caspe marcaron un hito en la historia de la sucesión monárquica en España, al establecer un procedimiento claro y consensuado para la elección de un nuevo monarca en caso de falta de descendencia directa. Este protocolo sería seguido en futuras ocasiones, como en la elección de Carlos I como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. En conclusión, los Pactos de Caspe fueron un acontecimiento crucial en la historia de Aragón y de la Corona de Aragón en su conjunto. Gracias a esta elección consensuada, se logró asegurar la continuidad de la monarquía y se sentaron las bases para la futura unión de los reinos bajo un solo monarca. Sin duda, este episodio marcó un antes y un después en la historia de la monarquía constitucional en España.