La Constitución de 1812, también conocida como la "Pepa", fue un hito histórico en España que marcó el comienzo de la era de las constituciones en el país. Sin embargo, para entender la importancia de esta constitución, es fundamental conocer los antecedentes que llevaron a su creación.
En el siglo XVIII, España se encontraba bajo el gobierno de la monarquía absoluta de los Borbones, que tenía el control total del poder político y administrativo. Durante este periodo, hubo varios intentos de reforma y modernización en el país, influenciados por las ideas de la Ilustración, que abogaban por la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley y la limitación del poder de la monarquía.
Uno de los acontecimientos más relevantes que precedió a la Constitución de 1812 fue la invasión francesa de España en 1808, que llevó al levantamiento popular contra el dominio napoleónico y la creación de las Juntas de Gobierno en varias regiones del país, incluyendo Aragón.
La Constitución de 1812 fue promulgada por las Cortes Generales de Cádiz el 19 de marzo de 1812, en medio de la Guerra de la Independencia contra Francia. Esta constitución estaba inspirada en los ideales de la Ilustración y reconocía derechos fundamentales como la igualdad ante la ley, la libertad de expresión y la inviolabilidad del domicilio.
Entre los aspectos más destacados de la Constitución de 1812 se encontraba la división de poderes en legislativo, ejecutivo y judicial, así como la abolición de los señoríos y la supresión de los privilegios de la nobleza y el clero. Además, establecía la soberanía nacional, en contraposición a la soberanía del rey, y reconocía la libertad de comercio y la libertad de prensa.
La Constitución de 1812 también abolió la Inquisición y los mayorazgos, e introdujo la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, sin distinción de clase social. Sin embargo, a pesar de su carácter progresista para la época, esta constitución tuvo una vida breve debido a la restauración del absolutismo en 1814 con el regreso de Fernando VII al trono.
La llegada de la Constitución de 1812 tuvo un impacto significativo en Aragón, que fue una de las regiones más activas en la defensa de los principios constitucionales. Durante la Guerra de la Independencia, Zaragoza se destacó por su resistencia heroica ante el ejército francés, lo que llevó a que se le otorgase el título de "muy heroica" por Fernando VII.
En el ámbito político, la creación de las Juntas de Gobierno en Aragón contribuyó a fortalecer el sentimiento patriótico de los aragoneses y a impulsar la lucha por la independencia y la soberanía nacional. Además, la constitución promovió la abolición de los privilegios de la nobleza y el clero en la región, lo que generó un cambio en las estructuras de poder y en las relaciones sociales.
En el ámbito económico, la Constitución de 1812 trajo consigo reformas importantes en Aragón, como la supresión de los gremios y la liberalización del comercio, lo que impulsó el desarrollo de la industria y el comercio en la región. Asimismo, se establecieron medidas para la creación de infraestructuras, como carreteras y canales de riego, que contribuyeron al desarrollo económico de Aragón.
En resumen, la Constitución de 1812 tuvo un impacto profundo en Aragón, que se reflejó en todos los ámbitos de la sociedad aragonesa. Desde el impulso a la resistencia patriótica durante la Guerra de la Independencia, hasta las reformas económicas y sociales que transformaron la región, la "Pepa" dejó una huella imborrable en la historia de Aragón.