El Ayuntamiento destina 422.140 euros para optimizar la eficiencia energética del Museo Pablo Gargallo.
ZARAGOZA, 29 de diciembre.
El Ayuntamiento de Zaragoza ha confiado a Eiffage Energía la responsabilidad de llevar a cabo unas obras significativas para mejorar la eficiencia energética del sistema de climatización del Museo Pablo Gargallo. Este proyecto, que representará una inversión total de 422.140,43 euros (IVA incluido), se ejecutará por un monto inferior al inicialmente licitado, concretamente 165.000 euros menos, y tendrá un plazo de finalización de cinco meses.
La propuesta ha obtenido el visto bueno de la Comisión Provincial de Patrimonio Cultural de Zaragoza, lo que subraya su adecuación a los estándares de preservación del patrimonio. La iniciativa forma parte del Plan de Sostenibilidad en Turismo, respaldado por los fondos europeos Next Generation, lo que demuestra un compromiso con la mejora del patrimonio cultural y la sostenibilidad.
En la actualidad, el sistema térmico del museo está compuesto por diversos equipos ubicados en una terraza técnica situada en la cuarta planta, que abastecen los emisores distribuidos por las distintas salas del museo. Sin embargo, esta instalación no cuenta con un sistema de control centralizado, lo que significa que cada equipo opera de manera independiente, sin horarios ni posibilidades de regulación.
El plan de mejora prevé la retirada de los equipos existentes en la cubierta del edificio y la instalación de una nueva bomba de calor más eficiente. Además, se instalarán sistemas de fancoil, destinados a calentar y enfriar el ambiente, en la zona del patio, lo que disminuirá las pérdidas térmicas en esta área, junto con la implementación de un sistema de control BMS que gestionará toda la climatización del edificio.
Para asegurar la idoneidad de los espacios museísticos, se proyecta la construcción de un trasdosado autoportante de placas de yeso laminado que cubrirá los conductos y equipos de climatización, sin alterar las características arquitectónicas originales del edificio. Además, se ha garantizado que la nueva instalación no genere un incremento en los niveles de ruido dentro de las salas del museo.
El Palacio de Argillo, como se le conoce actualmente, cuenta con una rica historia que se remonta a su construcción entre 1659 y 1661 por el Infanzón Francisco Sanz de Cortés, primer Marqués de Villaverde. Este noble amplió su residencia en la Plaza de San Felipe para reflejar su nueva situación social y económica, añadiendo una imponente fachada, un patio, una escalera y un salón en la planta noble.
El reconocimiento de su estatus como Marqués fue otorgado por Carlos II en 1670, y el título fue heredado por su hijo y nieto, quienes continuaron con las reformas del palacio. Sin embargo, cuando su nieto se trasladó a Madrid, la propiedad salió de la familia hasta que, en 1837, fue heredada por la Condesa de Argillo, cambiando su nombre a Palacio de los Condes de Argillo.
En 1860, el edificio fue transformado en el Colegio de San Felipe, momento en el que su estructura interna sufrió cambios drásticos para maximizar el espacio disponible. Desgraciadamente, muchas de estas modificaciones, como la conversión del salón de protocolo en un dormitorio, llevaron a la pérdida de elementos arquitectónicos originales.
Durante la Guerra Civil, el palacio fue utilizado como residencia por un sector de Acción Ciudadana. Posteriormente, el 27 de julio de 1943, fue declarado Monumento Nacional mediante un decreto del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, y tres años después se convirtió en la sede administrativa y talleres de la ONCE.
Antes de su salida del edificio, la ONCE demolió la parte trasera, que conservaba todavía partes de la casa original de Francisco Sanz de Cortés, y construyó un nuevo patio de luces. En 1977, el Ayuntamiento de Zaragoza adquirió el inmueble y comenzó con las primeras obras de recuperación del mismo.
Finalmente, tras diversos usos, el Palacio de Argillo se destinó a albergar el Museo Pablo Gargallo. Las obras de restauración, dirigidas por el arquitecto Ángel Peropadre Muniesa, culminaron en 1980, aunque tres años después se aprobó un ambicioso proyecto de restauración total para su conversión definitiva en museo.
Las obras finalizaron en mayo de 1985 y el museo abrió sus puertas al público ese mismo mes. La restauración intentó respetar al máximo la estructura y los materiales originales, todo ello mientras se habilitaban nuevos espacios para las exposiciones.
Se añadieron nuevas plantas, una de las cuales, situada entre la cubierta y el forjado superior de la galería principal, consistió en cuatro estancias interconectadas por pasillos; la otra planta se encuentra entre la cubierta y el forjado superior del salón principal. También se construyó un nuevo cuerpo vertical que alberga una escalera y un ascensor, asegurando la accesibilidad a todos los niveles del museo.
En 2007, el museo experimentó una importante ampliación, aumentando su superficie expositiva útil en un 40%. Finalmente, en octubre de 2009, el Museo Pablo Gargallo reabrió sus puertas al público, tal como lo conocemos hoy en día, continuando con la celebración y preservación del legado artístico de este emblemático espacio cultural.
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